Practicando un poco ♫ {Libre}

Cierra los ojos, realmente disfrutando aquel momento. Mueve una mano lentamente por su espalda, mimándolo.

Posa sus labios en su oído, susurrándole: -Te quiero preciosa- besa su mejilla, suave.

Deja escapar un suspiro al oir aquello. Se distancia apenas de él, quitando el rostro de su pecho. Le sonríe amplia, dulce, sin dejar su espalda.

Une su frente con la de ella, suave. La mira directo a los ojos, sonriendo de lado. Acomoda un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Aquello es demasiado para ella y la tranquilidad que venía llevando hasta ese momento. Besa con dulzura la comisura de sus labios, dejando los propios allí.

Roza sus labios con los de ella, quedándose allí, dándole tiempo de alejarse si eso no es lo que ella desea.

Desliza las manos que tenía en su espalda hacia su cuello, descanzándolas allí. Sonríe en sus labios, sin moverse ni un ápice.

Presiona suave sus labios contra los de ella, esperando.

Se apega suavemente a él, en una reacción reflejo. Mueve muy lentamente sus labios sobre los de él, besándolo dulce.

Posa sus manos sobre su delgada cintura, atrayéndola hacia sí, mientras la besa dulce, tierno, suave.

Pasea un dedo por la sensible piel de su nuca, perdida ahora en esos labios.

La aprieta un poco más contra sí, besándola.

Suspira en sus labios, permitiendo a su lengua rozar el labio inferior de él, pidiendo permiso para profundizar el beso.

Entreabre los labios, gustoso, dejándola entrar aprovechando el también.

Desliza su lengua dentro de la boca de él, abstraída en ello, recorriéndolo lentamente. No deja de acariciar su nuca.

Recorrió su boca, jugueteando con la de ella.

Vuelve a apegarse aún más a él, ida en su boca.

Muerde leve el labio inferior de ella, posando una mano en su nuca.

Reprime el jadeo que amenaza con salir de sus labios. Besa suavemente su labio inferior, nuevamente con aquella dulzura.

Baja sus besos hacia su mandíbula, mordiqueandola suave. Regresa a sus labios.

Se muerde fuerte el labio inferior, antes de volver a atacar su boca, dejando su dulzura característica a un lado.

Le devuelve el beso con la misma intensidad que ella, pegándola más, si es que eso es posible.

Aferra su cuello, con sus manos. Ladea el rostro, profundizando nuevamente aquel beso.

Rodea completamente su cintura con sus brazos, explorando su boca.

El jadeo que había estado conteniendo escapa de sus labios, ahogándose en los de él. Investiga su boca con tortuosidad, dejando de lado ya todo pensamiento coherente.