- Deberías estar en la academia..- la regaña, mientras prepara las cosas para que ella coma, sin siquiera poner atención en ese cuaderno- cena..- y tiene esa manera de que aunque no quiera ordenar las cosas.

Se restriega los ojos, y luego pestanea varias veces. -No quería que durmieras solo- le musita, calma. Se sienta mejor en la silla. Probablemente estubiera muy despeinada, pero le daba lo mismo.

- Paz ah de estar muy preocupada, llamala..- murmura, todavía con la mente vaga en ese malito sueño, desde que estaba allí dormía pero que nunca, bufa. Inapetente aún.

Tenía la boca llena en aquellos momentos, cuando él dice aquello. Previsoria como siempre, ya lo había hecho. -Ya hablé con ella- murmura, tragando su comida. Bebe un poco de agua.

Asiente apenas, no estaba escuchando lo que ella decía, solo pensaba y pensaba en el maldit sue´ño.

-¿Estás bien?- musita, mirándolo con interés.

Asiente sin hacerlo del todo otra vez, apretando los labios, mientras trata de quitarse esa sensacion del pecho.

-¿Pesadilla?- pregunta, viendo su expresión. Vuelve a hacerse un bollito en su silla.

La mira y aparta la mirad, él enía demasiado problemas con conciliar un buen sueños, y ni hablar de uno calmo. Bufa, restregandose la nuca de nuevo.

-¿Por qué no tratas de no pensar en nada? A veces me duermo escuchando buena música- murmura, encogiéndose de hombros. Así se relajaba de tal manera que luego era muy difícil despertarla.

Niega, él necesitaba de silencio absoluto para lograrlo, aunque a ser sincero, él necesitaba un milagro para dormirse.

-Puedo contarte un cuento- bromea, bostezando. Niega con su cabeza. -Ok, me callo- murmura, sonriendo suavemente antes de que él dijera algo.

- Intenta con un cuento..- murmura, apoyandose de nuevo en su cama, cerrando los ojos. A la espera.

Sonríe suavemente y saca su cuadernito. Prende el velador que estaba a su lado, y hojea el pequeño librito, viendo qué leerle. Ríe suavemente al encontrar el cuento.
-La única razón por la que vine es para decirte…que sí…qué te quiero a mi lado.
Tus ojos me miran con cariño…y vos también me gustas, así que lo mejor es ir al grano… ¿no te parece?
Lo que me da miedo es la convivencia. Hace mucho que estoy sola y tengo mis manías, seguro que también tendrás las tuyas ¿No?
Pero lo que más me perturba es verte tan joven, me da un poco de miedo.
Me va a costar seguirte el tren, salidas, comidas, pero bueno…es tu mirada, la que no puedo olvidar, tus ojos tienen una gran tristeza.
Desde que te conocí, no he podido dejar de pensar en vos en cómo me mirabas, despertaste algo que estaba dormido en mi corazón.
Anoche no dormí pensando en vos. Las dudas y el miedo de cometer un error me tuvo insomne.
Vos no sos el primero en mi vida, con los otros me llevé siempre bien, espero que esta nueva convivencia nos haga felices a los dos. Otra cosa que me perturba es tu tamaño, yo no alcanzo al metro sesenta y vos tan imponente...
-Señora, ¿qué necesita? Preguntó el vendedor a la mujer que parecía embobada con Dingo.
-Me enamoré del perro de polícia, me lo llevo, es tan dulce, ¿Cuántos meses tiene?- cierra su cuadernito, sonriendo inocentemente.

No había oido más que las primeras lineas de aquello, que ya había caído en un sueño profundo y necesitado. SUs rasgos parecian suavizarse con ello, volviendolo el muchacho dulce y atento que sabía ser con sus dos hermanas.

Lo ve dormido, y sonríe. Aquella táctica había funcionado. Se levanta, arropándolo mejor para que no sufiera frío, teniedo cuidado con sus costillas.

Su mano descansa en su pecho, aferrando esa cadenita de plata que colgaba allí desde que él había salido de quirofano al nacer, una cruz egipcia de la vida eterna, la misma que comparía con sus hermanas.

Ladea su cabeza, al verlo así, tan tranquilo, tan sereno. Así desarmaba su coraza de hombre de hielo y dejaba ver al Gautier que ella sabía que existía y que buscaba. Porque si, estaba completamente enamorada de él y sabía que aquella parte existía.

Arruga tenuemente el ceño, comenzaba a levantar fiebre, algo que le había dicho que pasaría si no se cuidaba. Bufa apenas, quedandose quieto nuevamente.

Ve su gesto de molestia y se acerca a él, tocando su frente. Fiebre. Suspira, llamando a una de las enfermeras para que le suministrara algo.

Se intenta girar en su cama y gime dormido, nunca demostraba su dolor físico, pero estando dormido eso era un tema distinto.

Habla con una de las enfermeras fuera de la habitación, diciéndoles lo de su fiebre y algo para calmar sus dolores, porque lo había escuchado gemir en sueños. Estaba atenta a todo lo que pasaba ahí dentro.
La enferma asiente con la cabeza, tomando las medicinas y entra con ella a la habitación. Se las inyecta en el suero y se va, volviendo a dejarla sola con él.

Entreabre los ojos cuando algo calido y espeso se filtra en él dandole calor y mucha tranquilidad, mira a Mischa allí y ahora n ocomprende nada, se encuentra perdido en tiempo y lugar. Vuelve a cerrar los ojos, sin soltar su cadenita.

Sonrie suavemente, al verlo así. Vuelve a su lugar, tomando su cuadernito y aferrándolo a ella. Suspira, viéndolo dormir, por si volvía a necesitar algo. En unos minutos concilia el sueño.

A la mañana siguiente la enfermera toca a la puerta, con el desayuno. Le da unas gotas y le dice que son un calmante por si él se pone algo reacio a comer, le informa que desde que salio de quirofano más de 48 horas atrás no comio y no permitio sueros y demás.