Libre.

Había hallado entre sus cosas unas viejas fotos de él y Koda cuando crios, de sus clases de violín. Así lo había conocido a él. Suspira mientras aguarda en la entrada por el correo, que ya debía estar estar por llegar. Había telefoneado a casa y solo esperaba que el pedido de Liv llegara pronto, además seguramente incluía dulces y cartas de sus dos pequeñas princesas.

Se truena los dedos, mientras aguarda apoyado contra una pared, de pie. Teniendo las muletas a un lado, tarareando una canción de una pequeña banda argentina que había visto en sus últimas vacaciones.

LLevaba el ipod como siempre en el bolsillo trasero, a lo l ejos ve que un dependiente del correo se acerca, toma sus muletas y se va hacia él, no lo demuestra pero esta completamente extasiado y ansioso de recibir aquello, en ese momento estaba más antojado de una buena pieza que una embarazada.

Firma y toma la caja sin ponerle ni una mínima de atención al muchacho, lo deja marchar y se tumba contra una pared nuevamente para poder sacarla lo que en la caja había.

Un estuche, pequeño-

Lo abre y ya no pone atención al resto de las cosas, solo tiene ojos para su viejo y amado violín. Lo saca y acaricia su madera, barnizada y completamente cuidada, él era demasiado cuidadoso con sus cosas.

Largos eran los recorridos que había dado esos días. Muchas veces se quedaban cortos con sus pensamientos. Había estado algo cazota estos últimos dias, siempre sumido en sus pensamientos, sin importarle quien estuviese hablándole y quién no. Había tenido problemas por eso, pero nada graves.

El jardín era el segundo lugar por el que pasaba esta vez, tal vez aun le quedasen cuatro o cinco más.

Toma el arco de su violín y lo hace girar entre sus dedos, mientras medita un momento, sabiendo el resto del contenido de la caja. Se apoya un poco más en la pared, dejando que toda su espalda tenga contacto con la fria superficie. Se apoya el violín en el cuello, acariicandolo con su piel.

Comienza a tocar, notas vagas e individuales, queriendo comprobar el estado de afinamiento y lo que él llegaba a recordarde esas lecciones de antaño. Cierra los ojos, dejandose llevar por esa melodía que había compuesto con Koda, la primera de todas.

Introduce sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, caminando con la cabeza gacha, sin reparar en nada ni en nadie. Va demasiado distraído como para percatarse de que el ambiente ha sido impregnado de una hermosa melodía.

Toca, y la melodía es muy agradable. Tiene ese toque francés de él y esa candencia y pasión propia de su caracter, suspira mientras toca, p ensando en la situación que vive y en lo bien qeu allí encaja esa vieja melodía. Estaba en deuda con Koda por ello.

Tiene suerte de que aún no se ha tropezado o de que aun no se haya caído por los despistado. Nunca había estado así, jamás.

Abre los ojos por un momento, para ver las hojas jugar en el viento mientras toca, con lo que ve a Robert caminando por allí, suspira con pesadez, lo veía algo retraído y m editabundo, quizás problemas con Lilah de nuevo, preguntaría sino tuviera la seguridad de que él estaba aún cabreado.

Retoma sus notas, tocando en violín la Marsellaise, el himno francés.

Se recuesta del tronco de un árbol, dejándose caer de a poco. Sube una rodilla y apoya su brazo allí, dejando la mano al aire, colgando. Echa la cabeza hacia atrás, suspirando.

Sí, no lo había parido peropodía apostar sus pelotas a que algo le pasaba. Suspira, dejando de tocar. Toma el estuche y guarda el violín, metiendolo así en su bolso, junto con la caja de dulces y las cartas. Deja la caja allí y se acomoda en las muletas para poder ir a por él. Se pone frente a él haciendole sombra.

- Peleaste con Lila de nuevo?- seguramente ese era su gran problema, ya que a sus ojos no hallaba nada p eor que le pudiera pasar a él, o era Lilah o su deseo de que se le pudriera se habia convertido en realidad. {xD}

{¬¬}

Frunce el ceño cuando ve que le han hecho sombra, cuando lo que desea es que el sol le de lleno. Estaba dispuesto a reclamar a dicha persona que se retirara de su camino, que no le hiciese sombra, pero la voz la reconoce al instante. No se inmuta, se queda mirando siempre hacia arriba.
-No- dice sencillo.

Alza una ceja antes su contestación, más no dice nada. Asiente en silencio y da media vuelta con sus muletas, de nuevo a dondeestaba, a unos siete metros de él, vuelve a sacar su violín, tocando de nuevo su himno, disfrutando del sol.