El regreso del diablo-

Acababa de bajar del avión que venía de Francia, apenas si había sido una hora de viaje, lo cierto es que odiaba el gentío de los trenes y más aún a los turistas, lentamente baja escalón por escalón habiendo pasado tres meses lejos de la academia, ahora completamente repuesto. Había dejado todo por su recuperación, sus amigos, equipo, compañero de piso, incluso a ella, todavía no sabía que cara le pondría cuando lo viera.

Hace una mueca, llevando solo un bolso de mano colgado al hombro.

{Privado}

Iba maldiciendo por lo bajo, sentada en la parte de atrás de la bendita Limusina. Tenía que volar a París cuanto antes, una conferencia de no sabía qué diablos la esperaba.
Siente el coche frenar, y baja del auto con una sonrisa fingida en sus labios. Unos cuantos paparazzis estaban fuera, como fieras hambrientas, esperando por su nota. El chofer busca sus bolsos y se los pasa a ella, que se abre paso entre aquella batalla de flashes.

Mira un gran gupo de fotógrafos reunidos, maldice mientras se abre paso entre ellos para poder llegar a la salida principal, choca con alguien, manteniendo la cabeza gacha.

Iba distraída, mirando sus pies, cuando siente que choca contra alguien. Alza su mirada y no puede eviatar abrir sus ojos sorpresivamente. Había vuelto.

Su mirada se encuentra con la de ella y eso lanza una honda electrica por todo su cuerpo, aparta la mirada de la de ella.

- Tanto tiempo..- susurra en francés, sabiendo que con tanta gente no podrían hablar.

Sin responderle a aquello, toma su mano y lo arrastra con ella, caminando pasivamente, como si todo estubiera bien. Entra al baño de mujeres con él, vacío, y le cierra la puerta en las narices de los paparazzis.
-¿Cómo está tu rodilla?- pregunta, mirándose en el espejo, sin mirarse en realidad.

Alza una ceja al ver que lo metía en los baños femeninos, solo esperaba que nadie hubiera casado una foto de lo qe se veía de su rostro. Se quita la capucha y la mira, sentandose en el marmol de lavamanos.

- Tengo una oferta para el seleccionado..- y con eso le contestaba todo.

Asiente con la cabeza, sin mirarlo aun. Era todo lo que le interesaba saber, o eso le demostraría a él.
-Me alegro por ti- musita, con aquella serenidad en la voz. Se acomoda la ropa, que le resultaban tan incómoda por la formalidad, preparada para salir.

Pone los ojos en blanco, él era un asco para las palabras y los tratos con las personas. Se acerca a ella por detrás y abraza su cintura, dejando un beso en su hombro, ocultando su rostro allí.

Suelta un suspiro cuando lo siente detrás de ella, demostrándole de aquella manera que había derrumbado su defensa contra él.
-Podrías haberte despedido- susurra, con un francés sedoso.

- Me hubieras dejado irme?- pregunta, acariciando su vientre sobre su ropa. La hbaía extrañado entodos los sentidos.

Se da vuelta, aun en sus brazos. Mira aquellos ojos azules cobalto que tanto le gustaban, acariciando su mandíbula.
-Me hubiera ido contigo- le era sincera, hubiera dejado todo por él.

- No iba a hacerte eso..- murmura tranquilo, acariciando su cintura, perdiendose en su perfume.

-Era mi desición, no la tuya- lo corrige, tranquila, mirando por donde se desplazaban sus dedos.

- Paz te necesita con ella, no iba a hacerles eso..- murmura, volviendo a esconder su rostro en su cuello, demasiado calmo.

Era inevitable que un suspiro se le escapara de sus labios. Acaricia su cabello, en silencio. No podía conectar ideas.

- Podrías dejar de ser tan.. apetecible?- pregunta como si estar así fuera una tortura.

Sonríe suavemente, mimándolo con delicadeza.
-No hice nada ahora- se defiende, en un susurro.

- Mischaa..- gruñe presionandose contra ella al sentir como lo acaricia.

-Dime...- le susurra al oido, con demasiada femeneidad y elegancia tan de ella.

- Se buena y no tientes mi auto control..- musita, mordisqueando su hombro.

-¿Qué esperabas? Pasaron tres meses- le recuerda, conservando la calma aún. Ya se había olvidado de su vuelo, de dónde estaban y de los benditos fotógrafos.

- Te odio..- musita, gruñendo por lo bajo.

-Yo también te extrañé y también te quiero- musita, en su oído aún, dibujando círculos en su espalda.

-Realmente disfrutas torturandome..- gruñe, mordiendo suave su cuello.