~FIESTA DE BIENVENIDA~ [Todos invitados ;)]

Se hace sitio en su cuello, acurrucado allí, no había dormido casi nada esa tarde y estaba demasiado malhumorado, y de a rachas mimoso, pero Robert obviamente no lo iba dejar hacerle aquello.

-¿Estás bien?- musita, en un francés suave y femenino en su oído, sin dejar de mimarlo.

- Estoy agonizando..- exagera, solo para que ella se quede mimandolo así un rato más, ahogando un bostezo en la piel de su cuello.

-No estás agonizando amor- musita, sonriendo suavemente, dibujando círculos en su espalda y acariciando con ternura su cabello.

- Si estoy anoizando..- le asegura, haciendo un puchero contra su piel, una cosa era que ella lo viera y otra que nunca permitiría era que todos los demás lo hicieran.

Ríe suavemente, negando con la cabeza, y así permitiéndole que accediera mejor a su delicada piel.
-¿Por qué dices que agonizas?- pregunta, caminando con él a un rincón apartado del salón, donde no había gente. Se apoya contra la pared y lo recarga en ella.

- Me siento malito..- excusa, lo cierto es que solo tenía un poco de sueño, pero cualquier excusa era buena para estar con ella así un rato.

-A ver... ¿Qué le sucede al pequeño Gautier?- pregunta, ocultando el tono de diversión en su voz, dedicándose a mimarlo.

- No soy pequeño..- murmura, mordisqueandole el cuello, cerrando los ojos mientras esta así apoyado con ella- Tengo algo muy importante que decirte..- murmura, con suvoz cargada de dolor.

Ríe suavemente cuando la muerde, tranquila. Luego escucha lo segundo y siente cómo su corazón se paraliza al escuchar su tono de voz. Lo sigue mimando, indicándole que continuara, pero no podía evitar temblar suavemente.

Abraza con fuerza su cintura, apartando su rostro de su cuello para poner sus labios en su oido.

- Quisieras ser mi novia?- pregunta despacio, acariciando sus oidos ocn sus palabras.

Suelta todo el aire retenido en sus pulmones en aquellos minutos, su alma había vuelto a su cuerpo.
Cierra sus ojos, analizando las palabras de él y asiente con la cabeza.
-Por supuesto que quiero- si no era con él, no era con nadie.

Toma sus labios en un beso voraz y muy cariñoso, besandola con el cuerpo enter completamente pleno.

Sonríe ante aquel beso, feliz de verdad, acariciando su cuello.
Sí, era algo increíble. Estaba enamorada del hombre de hielo.

La abraza contra él, quedandose quieto y de nuevo miimoso, era un crio cuando tenía ganas.

-¿Sigues malito?- pregunta, mimándolo otra vez.

- Sii..- lo dice solo porque le conviene, suspira despacio.

-¿Que has hecho hoy?- pregunta, conteniéndose de llamarlo pequeño otra vez.

- Nada, Koda no me dejo dormir la siesta solo porque quqería que lo ayudase con un libro de paternidad, maldito pito inqieto..- protesta, enforruñado.

-¿Un libro de qué?- pregunta, con voz ahogada, congelándose y quedándose estática.

Mierda,mierda,mierda. La acababa de joder. Pero no era logico que ella no lo supiera.

- De paternidad.. para perros..- excusa, imbecil.

Niega con su cabeza. -Voy a matarlo...- Paz era una pequeña, solo tenía dieciseis años y sería madre.

- Son culpas compartidas, no lo olvides..- la abraza a él antes de que su amigo se quede sin pene. Eso era cierto, era asnto de ambos.

-Es pequeña para ser madre- musita, puchereando suavemente. Su madre la mataría.

- Eso lo tendría que haber p ensado antes, nosotros nos cuidamos..- le recuerda al oido, una charla intima.