{Para Hioga Gautier}

Llevaba tiempo sin verlo y no soportaba aquello. Sabía que tenía que darle explicaciones, porque sería ilógico que no supiera nada a aquellas alturas. Hasta la prensa lo sabía, y eso no era una buena propaganda para sí misma.
Pero no le importaba lo que pudiera a llegar a decir el mundo de ella, solo le importaba él.

Estaba en las caballerizas, últimamente, desde que había vuelto su tiempo libre lo repartía entre el campo de fútbol y esos caballos, a su parecer el unico ser vivio que no lo miraba con lástima, allí encontraba la paz que le faltaba. Evitaba a Mischa y a Paz olímpicamente, solo porque sabía que cualquiera de ellas sería capaz de encender esa cólera que venía aplacando como mejor podía, lo culal no duraría mucho más.

Se pasea por ahí, realmente preocupada. Sabía que la estaba evitando, pero no podía escaparse de ella. Lo rastrearía si fuera necesario. Realmente, no entendía por qué diablos siempre estaba pendiente de él.
Y aquella charla con Koda resonaba en sus oidos, una y otra vez.

Acaricia con un cepillo el lomo de un caballo de color negro vibrante de manera algo perdida mientras silba una y otra vez la misma canción, simplemente no puede evitarlo, la maldita canción estaba hecha a su medida. Arrastrando su pierna mala se pone frente al animal y le agradece esa casi indiferencia, no lo mira como un liciado indefenso sino como a un humano más.

Acaricia la frente del animal, despacio muy. Acicalandolo.

Gruñe, molesta consigo misma. ¿Y si era una estúpida obsesión? No, no era posible.
Se saca aquella tonta idea de su cabeza, sacudiéndola fervientemente. Entonces, ¿de verdad se estaba enamorando del mismisimo hombre de hielo? Aquella duda la carcomía. Se mordisquea el labio inferior, dudosa.

Sigue caminando, perdida en sus pensamientos cuando lo ve de espaldas. Sin saber por qué, se detiene, helada.

Allí parado con el caballo casi y se siente normal, y con normal se refiere a aislado del resto y completamente indiferente, en ese mismo instante no siente cólera ni rabia. Por un segundo es capaz de olvidarse de todos los problemas que le acarreó el haber jodido su suerte cuando sabía que no tenía una soga.

Suspira, apoyando su frente en la del caballo, cerrando los ojos u respirando el aroma del establo aquel, callado y casi cansado completamente ajeno a todo el mundo, queriendo encerrarse en si mismo y volver un momento a su infancia cuando solo se hablaba con Koda y Robert y nada más.

Niega con la cabeza muchas veces, ahora con ¿miedo?. Realmente era una estúpida, de verdad. Primero quería verlo y ahora que lo tenía ahí, solo, se quedaba parada. Suspira, solo observándolo en silencio. Estaba adorablemente perfecto así.

- Hoy hablé con mis hermanas, me hechan de menos, quieren ayudarme en esto, quizás me vaya a Francia, hasta que pueda caminar bien de nuevo.. y sólo volvería si tengo alguna esperanza para volver a jugar..- susurra despacio, acariciando a lcaballo, sin abrir los ojos, en ese francés tan atrapante y enigmatico, apenas separando sus labios.

Esucha sus palabras, con aquel perfecto francés, y no puede evitar sentirse culpable. Pucherea suavemente, sintiéndose fatal. No quería que se fuera y la dejara ahí, completamente sola.

- Bobby suele enojarse y decirme que soy n imbecil, y tiene razón.. no debí joder con mi suerte cuando sabía que no tenía posibilidad de salir medio parado..- musita quedamente, necesitaba hablar con alguien que no lo juzgase, ni siquiera que le contestase.

Lo escucha, calma, acercándose en silencio hacia él. -No te vayas- pide, con la voz quebrada. Ni siquiera se había dado cuenta de que había derramado unas lágrimas silenciosas, cuando éstas llegan a la comisura de sus labios. Se las limpia, con su pulgar.

Escucha una voz a sus espaldas, y no es una voz, es esa voz. Voltea en un movimiento demasiado veloz para lo que él puede y no le queda otra que tumbar un lateral contra la pared del establo de una maner menos que sutil. Gruñe, al sentir que sus costillas molestan, con ese coso cubierto por su camiseta y su buzo.

Mira a Mischa allí y no entiende por que ella le pide aquello y para peor, llora. Traga, pasando un pesado nudo en su garganta.

-Por favor- añade, cruzada de brazos, mirándolo con sus ojos color miel brillosos, a causa de las lágrimas. Varias veces, se limpia sus lágrimas con su pulgar, sin poder pararlas.
No podría estar sin él, no podría. Regresaría a Francia si él lo hacía.

No entendía que era lo que ella pretendía allí parada pidiendole que no se marchara, ella quien le había dicho a su enemigo que lo destruyera y más aún quien se acostaba con su enemigo. Eso no tenía ni pies ni cabezas más aún no dice nada al respecto.

Algo en él dolía y quemaba al verla llorar de esa manera que parecía tan sincera. Aparta su dura y enojada mirada de ella, solo por no herirla más.

-Sé que estube mal- comienza su discurso, sabiendo que se arrepentiría. Suena demasiado serena, resignada casi. -, lo sé. Lo siento por ser tan jodidamente...- suspira, tratando encontrar una palabra - jodida.- no encontraba otra palabra para definirse a sí misma. -Sé que lo que hice estubo mal- y ahora era donde comenzaba a pucherear y a tratar de controlar sus lágrimas salir -, sé que no tendría que haberlo hecho. Ni siquiera sé por qué lo hice- y aquello era la pura y simple verdad. -Entiendo tu enojo, pero...- y ahí es donde se detiene, no podía. Suspira, volviendo a soltar aquellas tontas lágrimas.

Cierra los ojos, pero no puede evitar arquear ambas cejas, esa charla caa vez era más propia de Alice in the Wonderland que de ellos, se queda oyendola, no tenía poruqe decirle nada, él no tenía derecho alguno.

- No me debes explicaciones Gauthier, tu y yo no somos nada..- decir aquello lo enciende de una manera violenta. Abre los ojos, de un azul casi cobalto, muy oscuros. Odiaba tanto al boxeador en ese momento.

Lo escucha y suspira, asintiendo con la cabeza.
-Yo quiero dártelas. Sé que sonará ilógico, demasiado estúpido, lo sé. Pero es lo que siento- murmura, cerrando sus ojos y dejando salir algunas lágrimas más. -Estoy estúpidamente enamorada de tí- y lo dijo. Suspira, volviendo a dejar salir un torrente de lágrimas, puchereando suavemente. -Lo... siento- murmura, ya con la voz quebrada. Se da media vuelta, comenzando su marcha.

Oh mierda, oh mierda, oh mierda. Lo piensa dos segundos, queriendo alguna explicación coherente.

Opción uno, aún estaba bajo el efecto del sedante y oía cosas extrañas.
Opción dos, Koda habia conseguido que él le aceptara un porro y ahora estaba colocado.
Opción tres, ella lo estaba confundiendo con alguien más.

- Soy Hioga..- es lo único que atina a decir, suponiendo que ella esta confundiendolo con algñun otro liciado, duda que ella este colocada.

Asiente con su cabeza, a unos pasos de distancia de él. Lo sabía perfectamente a aquello.
-Sí, se quién eres. Lo se perfectamente. Y no me equivoqué- musita, limpiándose sus lágrimas, caminando despacio, arrastrando sus pies. Iría a su habitación, recogería sus cosas y se iría de allí.

Arrastra su rodilla mala hasta ella, tomandola entre sus brazos y acurrucandola en él, si quería llorar que lo hiciera. Por Paz él protegía de ambas, así lo sentía necesario. Se mantiene callado, como si no supiera como reaccionar a eso.

Era cierto, era un fiasco para esto de los sentimientos, más para los ajenos.

No entiende nada de aquello, pero se deja estar entre sus brazos. -Siento todo ésto- musita, sintiéndose una completa estúpida. Se había quitado un peso de encima al decírselo, pero otro se le había sumado.
-Perdón- murmura, niña, suspirando entre sus brazos y dejando correr sus lágrimas.

Agacha apenas la cabeza, dejando sus labios reposar en el cabello de ella mientras guarda silencio, apoyando su espalda con necesidad en la pared del establo, sintiendo que su rodilla empieza a quejarse nuevamente.

Siente como coloca sus labios en su cabello, y un temblor la recorre entera. Recuerda con quién está y suspira, separándose a penas. -Tu... rodilla- cambia de tema drásticamente, limpiándose las lágrimas. Sabía que se había apoyado porque no soportaba mucho tiempo de pie.

Cuando ella se separa se la queda mirando, los ojos completamente de un azul intenso y opaco, bien cobalto. A pesar de que su peso ya no está en él la mantiene en sus brazos, callado mientras trata de enfocar sus ideas en el tema.

- Puede que ya no pise una cancha otra vez..- musita, y por el tono que utiliza es como si no le importara en lo mínimo. Y es todo una asquerosa mentira que se quiere obligar a creer.

Pucherea suavemente al oir aquello. A ella no la engañaba con aquel tono de voz empleado. -Sé que volverás- murmura, confiada en aquello. Sabía que haría hasta lo imposible por su pasión.
Cierra sus ojos por un momento, tratando de recordar todo lo hablado hasta el momento. Niega con su cabeza suavemente. Analizaba la idea de dejar la Academia por segunda vez en menos de quince minutos.