Deja de llorar, deja de sufrir, que ya no puedo verte más así.

·Libre·

Otro año allí. No esperaba durar demasiado tiempo en aquella academia, pero al parecer había algo que le agradaba del lugar, o algo que la tenía atada. Y sí, había pasado los meses de sus vacaciones lejos de Robert, sin tener demasiadas noticias, ya que había permanecido en un pequeño pueblo ruso demasiado alejado de la civilización.

Deja escapar un suspiro pesado mientras baja de su nuevo Mini Cooper, regalo de sus padres por su último cumpleaños y por no haberse escapado de la academia en su primer año. Mira todo a su alrededor, sin encontrar nada que capte su atención.

- Hola Don Pepito, hola Don José! - Canturrea alto, con su típica voz chillona, mientras va completamente distraída, sosteniendo con ambas manos, una muñeca que por suerte, no supera su tamaño.

Baja de su automóvil, cerrándolo con cuidado. Comienza a caminar hacia la entrada principal de la academia, con su vista fija en el suelo de cemento, cuidadosa de no caer con alguna piedra en su camino.

Está demasiado concentrada en el cabello de esa muñeca como para darse cuenta de que alguien más pasa por delante suyo. Choca contra alguien, mira hacia arriba.

Se sobresalta ligera al sentir como algo choca contra sus piernas. Centra la vista en una niña, sonriéndole leve. -Lo siento, preciosa -se disculpa, dulce.

Se soba levemente la frente, por inercia. Enfoca su mirada en la rubia, estrecha su mano, un poco hacia arriba por su baja estatura. - Soy Khloe - Se presenta, con una radiante sonrisa.

Esconde una risita al verla hacer aquello, tan formal. -Es un gusto conocerte, Khloe -le dice, estrechando su mano con delicadeza. -Yo soy Lilah -se presenta también, soltándo su mano. -¿Estás bien? -pregunta, casi por innercia, mirando su frente.

- No - Niega rotundamente, exagerada por un momento. - Mi muñeca es más alta, y no es justo - Explica, quejosa.

Ríe suavemente al escucharla, mirando a la muñeca, y luego a ella. -Pronto la superarás -le guiña, niña.

- Nooooo, además.. - Piensa otra excusa, dejándo de lado rapidamente el tema de la muñeca. -No se donde estoy - Se encoge de hombros, simple.

Vuelve a reir, evitando decir algo más sobre la muñeca. -Estás en los aparcamientos -le dice amiga, suave.

- ¿En los qué? - Pregunta, desentendida.

-Donde se guardan los automóviles de los estudiantes más grandes -le explica, acuclillándose a su altura.

- Aaaaaaaaaaahm, ya sabía - Asiente despacio, mirandola, para después llevar su mirada a su cabello, curiosa.

Vuelve a reir, entre dientes. Sigue su mirada, pero no dice nada, sólo la observa.