Sólo llevaba dos días pero ya estaba más que cansado de la gente de allí, era demasiado para su costumbre siempre antisocial y aislada del resto, sabía que debía haber por allí un salón con un piano. Esa era su segunda gran pasión. El piano, amaba tocarlo, era un gran pianista pero no se dedicaba tanto como el soccer. Los únicos que sabian de aquella personal pasión eran bobby y Koda.

De contrabando se mete en una de las salas de música, la del piano y se desliza hasta donde el banquillo y se sienta a jugar con las teclas.

Paseaba por los pasillos de la academia, terminando de conocer ese enorme instituto. Bufa cuando ve que se ha perdido como por quinta vez. Es su segundo año y aún no consigue ubicarse bien. Escucha música, que proviene de una de las aulas. Camina hasta la puerta, asomando leve su cabeza.

Toca lentamente, deslizando sus dedos con gracia y elegancia por el teclado, disfrutando de aquel momento a solas y en si mismo.

Se sorprende un poco al ver quien tocaba, no esperaba verlo aquí. Se apoya silenciosamente sobre el marco de la entrada, solo escuchándolo.

Interpreta esa nana francesa que siente esta tarareando, la de la paloma, una canción que le trae millones de recuerdos de su familia.

Sonríe levemente de lado, un hermosa canción, sin duda.

Se deja llevar, como lo hace con pocas cosas, y ni hablar de las personas.

Se veía distinto, muy diferente al chico ese que siempre estaba como molesto y era medio antipático con la gente. Duda en acercarse o no, no sabe hasta que punto es bueno.

Suspira quedamente, llevando sus notas a un plano más triste, más apagado.

Su sonrisa se borra lentamente al escuchar el repentino cambio de tonalidad. La canción se volvía más triste.

Termina la melodía a la mitad, apoyando su frente en el teclado con esa calma electrizante y desconcertante suya, callado como tumba.

-Vaya- murmura casi inaudible, pero dado el silencio que reinaba en el aula estaba segura de que él pudo escucharla muy claramente.

Levanta la cabeza rápidamente, mirando para todos lados de donde había venido la voz, ya con el ceño fruncido y esa expresion de molestia en la mirada.

Levanta una mano, sonriendo torcido. -Aquí- dice aun sin moverse, mirándolo con cierta diversión en los ojos.

Paz, Mischa, Koda, bobby y ella tambien? Es que todos estaban en el mismo sitio? Eso no era más que una mala broma del destino. Mira a su casi mejor amiga y vuelve su mirada hacia un punto lejado, como siempre antisocial.

- Hey..- y es todo su saludo. Al menos tenia mas gente que entendiera su francés.

-¿Así me saludas?- levanta una ceja, cruzandose de brazos.

- Acaso esperabas que te diera un beso y un abrazo?- Alza una ceja, con esa actitud de siempre, tan desesperantemente golpeable como abrazable según Paz.

-No, eso no es común en ti, pero por lo menos un 'Hola Kimberly'- dice calma. Tendría que conformarse con eso.

Pone lo ojos en blanco, eso de ser un ser "sociable" era una jodienda.

- Hola Kimberly..- le dice con ese sarcasmo suave y molestoso.

-Ahora con amabilidad- dice. Reprime una sonrisa, solo lo hace para hacerlo enojar, se divierte así. Era tan suceptible.

Pone los ojos en blanco y vuelve a las teclas, sin ponerle atención de nuevo.

-Bien bien, no te enoojes- ríe leve, dando unos cuantos pasos hacia donde está él.

- Tienes que hacer más que eso para cabrearme..- le asegura, con esos aires de superioridad que a tantos cabreaban.

-Oh sí, claro, señor superior- dice riendo, eso no le molestaba, ya tenía suficiente práctica con su hermano.

Ahora recordaba varias cosas que hasta hacia unos minutos no entendia. El hombre y la mujer de la fiesta eran los Jones mayores, pero con años sin verlos simplemente los habia olvidado. Asiente para si mismo.