El lujoso auto se detuvo en la entrada del internado, dando paso a una chica blanca como la leche, de brillantes cabellos castaños ondulados, hermosos ojos verdes casi azules o grises. Dichos ojos recorrieron el lugar tan recurrido por ella mientras el chofer bajaba sus maletas del auto.

- Kimmy - la llamó una mujer de cabellos castaños, de ojos tan claros como los de la pelinegra. La chica respondió a su llamado voletándose a mirarla. - Recuerda dedicarte por completo al canto, y tu padre y yo estaremos muy orgullosos, ¿verdad amor? - la mujer castaña se giró hacia el hombre que estaba a su lado, un hombre rubio de piel blanca, también con ojos claros. El hombre se limitó a asentir.

Kimberly rodó los ojos, siempre era lo mismo. Su madre era una gran persona, pero a veces se le olvidaba que tenía ese lado bueno y dejaba salir a la mujer superficial e interesada que llevaba dentro. - Sí mamá, lo sé - dijo la chica. La mujer sonrió complacida y el auto arrancó dejando a la ojiverde sola con sus maletas. Como pudo las tomó y logró entrar a la academia, deteniéndose en el Hall de Entrada. Observó todo con ojos curiosos y detalladores.

Observé que habia una chica en el hall, mirándolo todo. Sentía curiosidad por ella, así que me acerqué, y le sonreí.

- ¿Necesitas ayuda? - pregunté - Soy Sophie, Sophie Smith - alargué mi mano hacia ella, para estrecharsela.

Observa a una chica acercarse, parecía amable. Cuando llega a su lado le sonríe amable. - Hola... Pues sí, creo que sí. Un placer, soy Kimberly - se presenta su estrecha su mano.

- Encantada Kim - le dije sonriente - Y no te preocupes, suele pasar... - reí mientras soltaba nuestras manos - ¿Qué necesitas?

- Pues, me gustaría llegar a mi habitación para dejar mis cosas, ya sabes, no quiero andar con la maleta de arriba para abajo - dice sonriendo.

- Eso no lo quiere nadie, creeme querida... - le dije riendo. - ¿Ya te asignaron una habitación entonces? - pregunté.

- Sí, tienes razón - dice riendo por el comentario de la chica. - No sé, no me han dicho nada de eso

Suspiré y miré a Kim. Ladee la cabeza.

- No tardarán, tranquila... Espero que nos toque juntas. - le sonreí mientras me colocaba un mechón de cabello rebelde.

- Vaya...- suspira leve. Se recuesta de la pared. - Sería genial... ¿Ya tienes mucho tiempo acá? - pregunta.

Miré como se recostaba en la pared, y me apoyé a su lado.

- Solo dos años... antes estaba en Irlanda... - dije recordando - ¿Dónde estabas tu, Kim?

- Estaba en Francia, mi madre no quería llevarme tan lejos... ¿Dos años? Vaya, yo llevo acá uno y no te había visto antes - dice frunciendo leve el ceño.

Me quedé pensativa. Ahora me acordaba.

- Si eres la misma Kimberly Jones, que sale con mi mejor amigo Alex Walden, si me has visto, pero no me recuerdas... - reí.

Me acababa de acordar. Me puse una mano en la frente y la miré.

- ¡Kim! - le sonreí - ¡hemos salido millones de veces juntas! No me acordaba de ti, que vergenza... - dije dramatizando.

Frunce aún más el ceño, observa con atención la cara de la chica. Al poco tiempo levanta ambas cejas, mientras en su cara se formaba una amplia sonrisa.

- ¡Sophie! ¡Por Dios, cómo no me podía haber acordado de ti! Lo siento - se disculpa. ¡Vaya vergüenza!

Reí ante el comentario de Kim, y le sonreí levantando las cejas.

- Dejémoslo en vergüenza mútua... - saqué la lengua mientras le guiñaba un ojo - ¿Y ya has visto a tu novio el Mr.Vago? - reí recordandolo tirado en el sofá.

Se carcajea ante el apodo que ella le había puesto a Alex. - Aún no, espero verlo dentro de poco - dice riendo.

Levanté una ceja, y miré aguantando la risa a Kim.

- Seguro que si vas a alguna sala donde haya un sofá, lo encuentras... -no pude más y reí. - No, en serio, estará en sofá...

Se carcajea más fuerte. - Bien bien, tomaré tu consejo. En la sala de estar hay muchos sofás - dice.